Excepto26


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Entrevista. Atención. Estación en curva.


Para precisar aún más, Ana María Del Rosario ha querido mostrarnos algo más de su trabajo y explicarnoslo de manera breve.

Esta sucesión de proyectos de investigación ha tenido lugar en Madrid, en la Universidad Pontificia de Salamanca, junto con uno de sus compañeros, Gabriele Boretti.

Comenzaron a partir de ideas e investigaciones previas individuales que tenían mucho que ver. Mientras a uno le preocupaba la diferencia de alturas y ritmos de la ciudad, al otro los extremos: lo más alto y lo más bajo. A partir de ello, de esta sinuosidad de altos vuelos al mismo tiempo que subterránea, surgió una serie de experimentación y estudio de lugares.

Finalmente, como lugar común se elige Venecia y se estudia minuciosamente. El problema de esta ciudad son las abundantes inundaciones que terminan por inutilizarla, al menos hacerla casi inaccesible. Es por ello que se trata de potenciar estos puntos de la ciudad, que unido al proyecto de La Torre de los vientos Toyo Ito, genera la idea de crear unas Torres de Agua, que abastecidas por el agua de lluvia o por la marea irán subiendo según su cantidad.

Así, Venecia pasa a tener unos lugares que en determinadas condiciones no pueden utilizarse, a potenciarlos mediante vistas que antes no podíamos tener; y por lo tanto, un lugar nuevo que solamente surge cuando “sobra el agua”.Tras esta idea, se trata de realizar una interfaz sencilla que la conceptualice.

Largos, a rayas y de colores


Esta publicación presenta la producción desarrollada entre septiembre de 2012 y enero de 2013 en el Taller de Ideación Gráfica Avanzada, asignatura impartida en la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha resultado gracias a la unión con Gabriele Boretti de la Universidad Politécnica de Milán, y como desarrollo y trabajo de la fusión entre dos ideas.

La arquitectura no se centra únicamente en la construcción de edificios sino que también se encarga del análisis de un territorio, espacio, idea, palabra… con el cual, a través del estudio, la formación y la evolución llega a conseguir, o no, conclusiones de cualquier tipo; que pueden llevarnos tanto a la construcción como a la constatación y conjetura de un trabajo o proyecto de investigación.

A través de una palabra, que terminó por convertirse en una idea, se llevan a cabo experimentos de investigación y análisis de diferentes datos en diferentes campos. Este camino, este recorrido es el que nos lleva a una serie de conclusiones. A través de cada conjetura y cada paso hay que tomar una decisión, sabiendo que se dejan muchas durante el recorrido nunca debe olvidarse que seguirán ahí, esperando que se retomen.

El resultado final del análisis y el estudio realizado no es más que un camino de tantos que podríamos haber tomado. Quiero creer que no fueron los pasos los que nos llevaron por el camino, sino nuestra propia determinación de dichos pasos los que conformaron el paseo. Si hubiéramos caminado con otros zapatos, si nos hubiéramos levantado cualquiera de aquellos días con el pie izquierdo o sin un calcetín, no habría error alguno sino que ese día otros datos serían los más llamativos, los más interesantes y quizás hubiéramos descartado el que nos ha traído hasta aquí. Esos pasos siguen ahí, guardados como calcetines en un cajón, esperando que el trabajo a través de sus raíces nos lleve a otra etapa conclusiva que nos haga iniciar un nuevo rumbo.

Este volumen de Excepto pretende realizar una recopilación de los diferentes métodos de trabajo utilizados en este período y que sirva como punto de partida en un nuevo proceso de evolución personal y avance durante los próximos años.

Aqua-light


Arquitectura en los Alpes

¡PUEBLOS DE EUROPA!
¡CREAD PARA VOSOTROS POSESIONES SAGRADAS - CONSTRUID!

El Monte Rosa y sus estribaciones hasta las verdes llanuras han de ser reconstruidos.
¡Sí, ineficaz y sin utilidad! ¿Pero hemos llegado a ser felices con la utilidad?
¡Siempre utilidad y utilidad, comodidad, conveniencia -
buena comida, cultura - cuchillo, tenedor, trenes, lavabos e incluso también- cañones, bombas, instrumentos de asesinato!
Querer solamente lo utilitario y confortable sin ideales más altos es aburrimiento.
El aburrimiento trae pelea, lucha y guerra...
Predica la idea social...
Ocupa a las masas en una gran tarea, que satisfaga a todo el mundo, del más humilde al principal ... Cada uno ve en la gran comunidad claramente el trabajo de sus propias manos: cada uno construye -  en el verdadero sentido...

Bruno Taut



Mapa de Venecia


La Torre del Agua




Esta torre, de 21 metros de altura, se alza en el centro de la plaza de la terminal de autobuses de la estación
de Yokohama, y es fruto de la rehabilitación de una antigua torre de ventilación y de depósito de agua que daba servicio desde hacía veinte años a la zona comercial existente en este lugar. La idea fue recubrir la superficie de la antigua estructura con placas de espejos acrílicos, sobre los que a su vez se coloca un cilindro de aluminio perforado y de sección transversal oval (9 x 6 m). Durante el día, los paneles de aluminio reflejan la luz y acentúan la forma de esta estructura cilíndrica, cuyo armazón se hace visible a través de la luz. Al anochecer, cuando la torre se ilumina, se produce un efecto caleidoscópico por el reflejo de la serie de puntos de luz situados entre el cilindro de aluminio y el revestimiento de espejos y visible a través del metal perforado. El sistema de iluminación, controlado por ordenador el pie de la torre, consta de 1.280 mini-lámparas y 12 luces de neón de forma circular, además de 30 focos situados en la base, 6 en el exterior y 24 en el interior. El juego de luces cambia en función de la dirección y la velocidad del viento y de acuerdo con la intensidad del ruido procedente del exterior. El movimiento de la luz se controla como si de música ambiental de tratase. Por eso, en algunas ocasiones, el cilindro de aluminio llega a convertirse en casi transparente, mientras que en otras la luz de los focos destaca los paneles de la superficie.

Toyo Ito





Izquierda. Derecha. Arriba. Abajo


La curva

El parentesco de la línea de ángulo obtuso, de la curva y del círculo no es solamente exterior, sino de naturaleza intrínseca: la pasividad del ángulo obtuso, su relación claudicante con el ambiente
lo llevan a mayores profundizaciones que culminan en la máxima  autoprofundización: el círculo.

Cuando dos fuerzas ejercen simultáneamente su acción sobre el punto, de tal modo que una de las fuerzas vaya superando en presión a la otra, constantemente y en medida invariable, surge una línea curva cuyo tipo básico es la curva simple.

En propiedad, se trata de una recta que ha sido desviada de su camino a través de una presión lateral constante, cuanto mayor es la presión, más cerrada es la curvatura de la recta y mayor el  desplazamiento hacia afuera y finalmente la cualidad de cerrarse a sí misma.

Kandinsky




Sinuoso


Sinuoso: adj. Que tiene senos, ondulaciones o
                recodos
                adj. Dicho de una acción que trata de
                ocultar el propósito o fin a que se dirige

Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan complejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en
Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: “¡Oh, rey del tiempo y sustancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el
Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso.”

Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con Aquél que no muere.

El Aleph. Jorge Luis Borges








El nadador de John Cheever



Era uno de esos domingos de mediados del verano, cuando todos se sientan y comentan “Anoche bebí demasiado”. Quizá uno oyó la frase murmurada por los feligreses que salen de la iglesia, o la escuchó de labios del propio sacerdote, que se debate con la sotana en el vestuario, o en las pistas de golf y de tenis, o en la reserva natural donde el jefe del grupo Audubon sufre el terrible malestar de la resaca. “Bebí demasiado” dijo Donald Westerhazy. “Todos bebimos demasiado” dijo Lucinda Merrill. “Seguramente fue el vino” dijo Helen Westerhazy. “Bebí demasiado vino tinto”

Esto sucedía al borde de la piscina de los Westerhazy. La piscina, alimentada por un pozo artesano de elevado contenido en hierro, mostraba un matiz verde claro. El tiempo era excelente. Hacia el oeste se dibujaba un macizo de cúmulos de nubes, desde lejos se parecían a una ciudad –vistos desde la proa de un barco que se acercaba– que incluso hubiera podido asignársele un nombre. Lisboa. Hackensack. El sol calentaba fuerte. Neddy Merrill estaba sentado al borde del agua verdosa, una mano sumergida, la otra sosteniendo un vaso de ginebra. Era un hombre esbelto –parecía tener la especial esbeltez de la juventud– y, si bien no era joven ni mucho menos, esa mañana se había deslizado por su barandilla y había descargado una palmada sobre el trasero de bronce de Afrodita, que estaba sobre la mesa del vestíbulo, mientras se enfilaba hacia el olor del café en su comedor. Podía habérsele comparado con un día estival, y si bien no tenía raqueta de tenis ni bolso de marinero, suscitaba una definida impresión de juventud, deporte y buen tiempo. Había estado nadando, y ahora respiraba estertorosa, profundamente, como si pudiese absorber con sus pulmones los componentes de ese momento, el calor del sol, la intensidad de su propio placer. Parecía que todo confluía hacia el interior de su pecho. Su propia casa se levantaba en Bullet Park, unos trece kilómetros hacia el sur, dondesus cuatro hermosas hijas seguramente ya habían almorzado y quizá ahora jugaban a tenis. Entonces, se le ocurrió que dirigiéndose hacia el suroeste podía llegar a su casa por el agua.


Su vida no lo limitaba, y el placer que extraía de esta observación no podía explicarse por su sugerencia de evasión. Le parecía ver, con el ojo de un cartógrafo, esa hilera de piscinas, esa corriente casi subterránea que recorría el condado. Había realizado un descubrimiento, un aporte a la geografía moderna; en homenaje a su esposa, llamaría Lucinda a este curso de agua. No le agradaban las bromas pesadas y no era tonto, pero sin duda era original y tenía una indefinida y modesta idea de sí mismo como una figura legendaria. Era un día hermoso y se le ocurrió que nadar largo rato podía ensanchar y exaltar su belleza.

Se quitó el suéter que colgaba de sus hombros y se zambulló. Sentía un inexplicable desprecio hacia los hombres que no se arrojaban a la piscina. Usó una brazada corta, respirando con cada movimiento del brazo o cada cuatro brazadas y contando en un rincón muy lejano de la mente el uno-dos, uno-dos de la patada nerviosa. No era una brazada útil para las distancias largas, pero la rutina de la natación había impuesto ciertas costumbres a este deporte, y en el rincón del mundo al que él pertenecía, el estilo crol era usual. Parecía que verse abrazado y sostenido por el agua verde claro era no tanto un placer como la recuperación de una condición natural, y él habría deseado nadar sin bañador, pero considerando su proyecto eso no era posible. Se alzó sobre el borde del extremo opuesto –nunca usaba la escalerilla– y comenzó a atravesar el jardín. Cuando Lucinda le preguntó adónde iba, él dijo que volvía nadando a casa.

Los únicos mapas y planos eran los que podía recordar o sencillamente imaginar, pero eran bastante claros. Primero estaban los Graham, los Hammer, los Lear, los Howland y los Crosscup. Después, cruzaba la calle Ditmar y llegaba a la propiedad de los Bunker, y  después de recorrer un breve trayecto llegaba a los Levy, los Welcher y la piscina pública de Lancaster. Después estaban los Halloran, los Sachs, los Biswanger, Shirley Adams, los Gilmartin y los Clyde. El día era hermoso, y que él viviera en un mundo tan generosamente abastecido de agua parecía un acto de clemencia, una suerte de beneficencia. Sentía exultante el corazón y atravesó corriendo el pasto. Volver a casa siguiendo un camino diferente le infundía la sensación de que era un peregrino, un explorador, un hombre que tenía un destino; y además sabía que a lo largo del camino hallaría amigos: los amigos guarnecerían las orillas del río Lucinda.