Crónica individual


Día a día nos cruzamos con miles de llamadas de atención global que fijan nuestra mirada en puntos concretos. Basura dirían unos, otros los mirarían con ojos de buscador.
Y es que en mitad de la ciudad, repleta de bosques de estructura, podrías encontrar una zanahoria. Hacer de una botella un pozo. Fingir que el cristal o el barro dan vida a quien se la quitó.

Construir. Idear. Jugar a crear. Diseñar. Reciclar. Vivir. Sobrevivir. Inventar. Ser creador.

Alguien sigue usando una cabina telefónica, pegando carteles en las paredes, miándolos y arrancándolos. Buscando en la basura. Saludando al vecino. Sentándose en la calle frente a su portal. Cultivando tomates de forma ilegal.
Hay quien encuentra el saber de un objeto en el desconocimiento del otro. Como el cantar surge de la voz, así surge la mesa del desperdicio. Y así también del cántaro el brote.
Y de igual manera la independencia llega al raciocinio fundando nuevas ciudades dentro de ellas mismas.

Asambleas privadas. Asociaciones municipales de elite. Miradas felinas frente a la invasión. Partiditas de mus independientes. Sonrisas de orgullo cuando el extraño se adentra.

"¿Sois del barrio?" te preguntarán.

El huertito urbano de Tetuán y sus ingenios








Buscando ingenios

Buscábamos algo que hiciera frenar a la gente, que tuviera el poder de llamar su atención y desviarlos de sus caminos por un instante. Y nos encontramos en Ciudad Universitaria con la publicidad, tratada de manera que reunía de forma masiva miles de historias.

Cada persona que pasa por allí es llamada por estos acumuladores de vidas, problemas, soluciones, sugerencias, avisos... en definitiva, cada uno es diferente.